Costa Azul
Retenemos de la Costa Azul los azules de un Mediterráneo que recorre calas, islas y playas doradas.
Ciudades
En Niza, la famosa Promenade des Anglais (paseo de los Ingleses) se extiende a lo largo de siete kilómetros de una popular playa. Y a un paso de distancia, la principal vía peatonal, la Cours Saleya, invita a pasear por los colores de su mercado de flores. En Cannes, la famosa Croisette bordeando el mar atrae la atención, especialmente durante el Festival de Cine de Cannes, cuando las estrellas de cine pisan la alfombra roja. También hay que subir por las empinadas callejuelas de Le Suquet, hasta los restos de su fortaleza medieval. Te recomendamos una visita a Grasse, para oler los aromas de las plantas, apreciadas por las principales marcas de perfumes, y visitar el Museo Internacional del Perfume, único en el mundo. No puedes dejar de visitar Saint-Tropez: desde los años 60, mantiene un ambiente festivo y chic. Y en Menton, descubrimos el famoso limón muy apreciado por los grandes chefs. Lo festejamos cada año con un colorido carnaval, La Fête du Citron de Menton.
Actividades
En el puerto de Saint-Raphaël, hay que dar una vuelta a pie o en bicicleta por el macizo del Esterel: senderos balizados que peinan sus 32.000 hectáreas entre rojizas crestas, calas y playas de arena blanca sombreadas por pinos. No te puedes perder las Islas d'Or: Porquerolles con sus playas de color turquesa y Port-Cros, la más salvaje, de donde se pueden observar ballenas y delfines. Con una veintena de campos de 18 hoyos, el golf es la estrella del ocio. Pero no nos olvidaremos de pasear por jardines excepcionales, que se han convertido en la memoria de la biodiversidad mundial.
Cocina del sol
Con tantas horas de sol (casi 3.000 al año), no es de extrañar que las especialidades de la Costa Azul estén tan perfumadas. El aceite de oliva y las verduras bañadas por el sol se invitan a la mesa en forma de ratatouille, anchoïade (salsa de anchoa, alcaparras y ajo), pissaladière, pizza niçoise con anchoas o sopa de pistou aromatizada con albahaca.
Todo ello regado con vino rosado, el vino de la tierra, que se bebe como aperitivo con tostadas de tapenade (puré de aceitunas y alcaparras) o panisses, un pan de harina de garbanzos. Y de postre, sucumbimos al pastel tropézienne, una brioche rebosante de crema. A menos que te decantes por la fruta confitada o un helado de sabores...
Fuente: France.fr